JAVI
MOYANO CUENTAEn los últimos tres años, he comprado sin haberlo previsto libros de los que, de una u otra forma, te cambian, como Los Detectives Salvajes, de Bolaño, Homo Sampler, de Fernández Porta, o Memorias del Subsuelo, de Dostoievski. He encontrado algunas cosas que, como regalo, han provocado, como mínimo, grandes sonrisas: una revista Blanco y Negro de 1910, una Mundo Gráfico de 1914, varios Calvin y Hobbes… Me preocupa la sospechosa tendencia a envolver los libros en papel film, que parece extenderse desde la parte alta. He tratado con libreros bastante antipáticos, pero no lo suficiente. A lo mejor es lo que “le pega” a la feria, rollo La Historia Interminable, pero a otra gente supongo que conseguirán espantarla. Eso sí, el día de la final de la Champions, como llovía, uno de ellos nos llevó en coche, por voluntad propia y hasta donde hiciera falta, a unos amigos y a mí. Fue porque mis amigos son encantadores y además tienen un niño de un año y poco, y yo, pues cabía, pero bueno. Me senté delante, y cruzar la ciudad en el coche de un librero de la Cuesta de Moyano…